
Su causa es la pérdida de la tonicidad y elasticidad de las venas, afectando el flujo sanguíneo desde abajo hacia arriba. La sangre tiende a estancarse en los capilares, perdiendo éstos a su vez su elasticidad. Las células, por lo tanto, no son nutridas adecuadamente y los tejidos adiposos se transforman en celulitis. Su localización más frecuente son las caderas, los muslos, las rodillas y el abdomen.
Las causas de la celulitis son genéticas y de comportamiento. Entre éstas últimas, una dieta desequilibrada, hipercalórica y rica en grasas ayuda a la acumulación de la masa adiposa que luego se transformará en celulitis. Sumada al sedentarismo y la falta de actividad física, específicamente la aeróbica, provoca la insuficiente irrigación de los tejidos. Los tacones altos y la indumentaria ajustada dificulta el libre ascenso del flujo sanguíneo y la correcta irrigación de los tejidos.
Aunque es un problema muy difícil de solucionar, si pueden contrarrestrarse sus efectos con una adecuada alimentación y el ejercicio físico.