Pero una investigación sugiere que una variación de los ayunos en días alternos podría hacer que sea más fácil tolerar la dieta y encima mejorar la salud cardiaca.
“Esta dieta ha estado presente por unos veinte años, pero no se había realmente estudiado su efecto sobre la pérdida de peso”, aseguró en un comunicado de prensa Krista Varady, profesora asistente de kinesiología y nutrición que lideró al equipo de la Universidad de Illinois, en Chicago. Los autores del estudio reportaron sus hallazgos en la edición del 1 de noviembre de la revista American Journal of Clinical Nutrition.
Los investigadores dieron seguimiento a 16 personas obesas (doce mujeres y cuatro hombres) durante diez semanas. Tenían entre 35 y 65 años de edad, y pesaban al menos 211 libras (96 kilos).
Durante las primeras dos semanas, los participantes del estudio no hicieron nada fuera de lo común. De la tercera a la sexta semana, comieron comidas normales un día, y mucho menos en días alternados, lo que los investigadores afirmaron sería el equivalente a un almuerzo con tres platos. Cada comida proveía entre el 20 y el 25 por ciento de la energía diaria que necesitaban.
Durante las últimas cuatro semanas, los participantes eligieron en esencia la comida que querían, pero dietistas guiaron sus opciones.
“Queríamos ver si podrían en realidad hacerlo solos, porque ¿para qué estudiar esta dieta si todo el tiempo hay que darle a la gente comidas preparadas en cocinas metabólicas?”, planteó Varady.
Los sujetos perdieron entre diez y treinta libras (4.5 a 14 kilos), mucho más de la pérdida promedio esperada de cinco libras (2.3 kilos). Los participantes del estudio también lograron reducir su presión arterial, niveles de colesterol y ritmo cardiaco.
“Ajustarse a la dieta tarda unas dos semanas, y en lo adelante la gente no siente hambre el día de ayuno”, apuntó Varady. “Necesitamos averiguar cuánto tiempo pueden permanecer en esta dieta, y si recuperan el peso automáticamente si la dejan”.
Via: enforma