
Para empezar, tus reservas de carbohidratos se acaban en el momento en que tus músculos y tu cerebro hacen uso de ellas. Por esta razón, tu metabolismo está forzado a utilizar y combinar otras proteínas de forma que el cuerpo los pueda convertir en los carbohidratos que tu cerebro necesita para poder seguir funcionando.
Debido a esto, tu organismo comienza a perder líquido y electrolitos en forma de sudor u orina; pero las toxinas no se eliminan a través de este sudor.
Con las reservas de carbohidratos agotadas disminuye tu energía y, por tanto, tu ritmo de carrera. Y aunque hayas dejado de correr, seguirás sintiéndote mal hasta que hayas recuperado tus reservas de carbohidratos, comiendo alimentos ricos en esta sustancia (pasta, arroz, etc.) durante uno o dos días.