fin decides que ha llegado el momento de realizar ejercicio y controlar la dieta, analizas las diferentes opciones de actividad física que se te ofrecen y escoges la que más te gusta, vas al supermercado y llenas el carro de comida baja en calorías.
Cuando empiezas una actividad física nueva, sobre todo si anteriormente habías realizado deporte, los dos primeros días te sientes eufórico debido al ejercicio y seguramente también a la gente nueva que estás conociendo.
Si hablamos de la alimentación en este periodo pueden pasar dos cosas diferentes. O te metes atracones enormes de comida porque piensas que has hecho un gasto calórico inmenso, o cambias completamente tus hábitos alimenticios y comienzas con una dieta muy estricta y exigente. Cualquiera de las dos opciones es peligrosa, la primera puede hacer que aumentes tu peso en poco tiempo, la segunda que te agotes mentalmente y abandones rápidamente el camino. Lo ideal es ir asimilando poco a poco hábitos sanos de alimentación, cosa que hará la adaptación mucho más fácil.
El tercer o cuarto día de entrenamiento siempre es duro, sientes el cansancio y las fuertes agujetas, pero no te puedes rendir ante ellas, tienes que seguir con la actividad física o nunca superarás esta fase inicial. Incluso habrá ocasiones que entrenando lo único que sentirás será agotamiento y dolor, no te preocupes, serán muy pocos.
La segunda semana es mucho más soportable, además la motivación jugará un papel importante, pero hay que tener en cuenta que es un periodo peligroso, todavía no tienes el hábito deportivo completamente adquirido y sería fácil dejarlo, siempre aparecen opciones más atractivas, una cena con amigos, unas cervezas, una visita al cine, aquí tendrás que hacerte fuerte mentalmente y resistirte a la tentación.
Una vez que pasan los dos primeros meses, estás adaptado al entrenamiento, realizas la técnica de los ejercicios adecuadamente, has perdidos unos kilos y sin embargo es el periodo que más crítico eres contigo mismo. No te gusta mirar tu cuerpo en el espejo y sientes que te queda un largo camino por delante. No hay que preocuparse por esto, es una fase pasajera del proceso que acaba rápidamente, estas sensaciones simplemente te están indicando que estás completamente involucrado en el entrenamiento, miras a los otros deportistas y quieres parecerte a ellos, sin embargo hay que tener paciencia, en este momento tienes que marcarte pequeños objetivos e ir cumpliéndolos poco a poco, sino abandonas, en algún momento te igualarás e incluso superarás a la gente que tienes alrededor. Todo esto te sirve de apoyo en tu alimentación, los atracones de comida te llamarán cada vez menos la atención.
A partir de este periodo, es muy importante que el entrenamiento esté bien diseñado, y para esto tiene que ser eficaz, innovador y motivador en cada una de las diferentes fases, sin que sea un acúmulo de repeticiones de las mismas técnicas en las mismas circunstancias, hay que evitar la monotonía que provoca agotamiento mental. Tus intenciones con la actividad física ya van más allá de perder unos kilitos, y es necesario que el entrenamiento te de la posibilidad de alcanzar todas las nuevas metas que te vayas proponiendo con el mismo, esto hará que en algún momento estés en situaciones que antes eran inimaginables para ti, desde ponerte esa talla de ropa con la que siempre habías soñado, hasta quien sabe, subir a algún pico de enorme altitud.
Via: opensportlife