Hemos defendido en numerosas ocasiones que reducir drásticamente las calorías de la dieta no es un método eficaz para perder grasa, porque el cuerpo posee mecanismos reguladores para adaptarse a la reducción de alimento y llega un punto en que no se adelgaza ni siquiera comiendo tan poco que incluso resulte peligroso para la salud.
Curiosamente, el organismo humano muestra una clara tendencia a mantener su peso dentro de ciertos límites. Los excesos o los defectos alimentarios parecen poner en marcha procesos compensatorios sumamente eficaces para anular esos cambios. Los investigadores han descubierto que el cerebro y, concretamente, el hipotálamo lateral, desempeña un papel clave en la determinación de este nivel regulador. Se supone que a través de las funciones encarnadas en esta área se expresan las influencias genéticas y evolutivas que actúan sobre el peso corporal, conformando así un delicado y misterioso equilibrio con múltiples incógnitas aún por resolver.
Se suele incurrir en el error de pensar que el peso corporal depende simplemente de la diferencia entre la energía que se come y la que se gasta, pero no es una simple cuestión de entradas y salidas, no es tan sencillo porque el metabolismo es capaz de adaptarse y preservar la grasa. Numerosos estudios han demostrado cómo poblaciones sin propensión genética a la obesidad, como japoneses, indios sudamericanos o norteafricanos, cuando se exponen a un ambiente de sobrealimentación y sedentarismo, como el de EEUU, llegan a desarrollar este síndrome al igual que el resto de sus conciudadanos.
Por tanto, la clave está en el tipo de alimento que se consume, no en la cantidad de calorías, así como en mantener un estilo de vida activo. En pocas palabras, en el estilo de vida del fitness.
Via: entrenateya
Curiosamente, el organismo humano muestra una clara tendencia a mantener su peso dentro de ciertos límites. Los excesos o los defectos alimentarios parecen poner en marcha procesos compensatorios sumamente eficaces para anular esos cambios. Los investigadores han descubierto que el cerebro y, concretamente, el hipotálamo lateral, desempeña un papel clave en la determinación de este nivel regulador. Se supone que a través de las funciones encarnadas en esta área se expresan las influencias genéticas y evolutivas que actúan sobre el peso corporal, conformando así un delicado y misterioso equilibrio con múltiples incógnitas aún por resolver.
Se suele incurrir en el error de pensar que el peso corporal depende simplemente de la diferencia entre la energía que se come y la que se gasta, pero no es una simple cuestión de entradas y salidas, no es tan sencillo porque el metabolismo es capaz de adaptarse y preservar la grasa. Numerosos estudios han demostrado cómo poblaciones sin propensión genética a la obesidad, como japoneses, indios sudamericanos o norteafricanos, cuando se exponen a un ambiente de sobrealimentación y sedentarismo, como el de EEUU, llegan a desarrollar este síndrome al igual que el resto de sus conciudadanos.
Por tanto, la clave está en el tipo de alimento que se consume, no en la cantidad de calorías, así como en mantener un estilo de vida activo. En pocas palabras, en el estilo de vida del fitness.
Via: entrenateya