El entusiasmo con el que un principiante aborda el entrenamiento es tremendo, sus desaforadas ganas de ponerse muy fuerte y muy grande enseguida, lo llevan a acometer cualquier tarea física por dura que sea, aunque ésta exceda su capacidad física momentánea. Es algo que se reproduce casi puntualmente en todos los que se incorporan a este deporte, pero precisamente por eso hay que esforzarse por evitarlo, porque supone dar pasos atrás y retrasar, o incluso anular, el progreso.
¿Quién no ha cometido ese mismo error en sus inicios?
Todavía recuerdo cuando la magia de los hierros y los músculos grandes me invadió por completo. Mi mayor ilusión era esperar la revista del mes para devorarla de cabo a rabo y soñar con poseer la musculatura de Arnold en mi propio cuerpo. Esa vorágine de progreso me llevaba a leer hasta la última línea publicada y a escudriñar cada foto en sus ínfimos detalles, de hecho podía reconocer a cualquier campeón del momento en cualquier pose, aunque fuese tomada a contraluz y sólo se distinguiesen los perfiles.También probé todos los programas de entrenamiento que publicaban las grandes estrellas y eso me costó no pocas frustraciones y la pérdida de unos años preciosos, que de otro modo hubiesen sido los más productivos. Sí, cometí muchos errores como principiante, por eso si con la redacción de estas líneas y la explicación de la importancia del descanso puedo evitar que algunos de vosotros paséis por lo mismo, me doy por satisfecho.
más casi nunca es mejor.
En esencia ir a más es algo siempre positivo, por tanto esforzarse por superarse a sí mismo constituye un verdadero motor de progreso, pero ese concepto tiene sus limitaciones. En culturismo, más no siempre es sinónimo de mejoría o de progreso y muy especialmente cuando lo aplicamos a la cantidad de ejercicio. En mi época de principiante me ofusqué por copiar las rutinas de brazos de Arnold, que incluían más de 20 series para los bíceps y otras tantas para los tríceps dos veces en semana y como es lógico aparte de una respuesta inicial y breve de mis músculos, y unas terribles agujetas, sólo obtuve decepción. Hoy es peor todavía, cuando leo algunos programas que se cuelgan en internet y que cualquiera puede hacerlo, sin tener ninguna credencial que avale ni sus conocimientos, ni su eficacia, muchos chicos siguen esas rutinas que son auténticas barbaridades para un principiante.
Los que publican esos programas o cuelgan semejantes rutinas viven en un mundo apartado de la realidad y es bastante significativo que nunca muestren las ganancias que ellos o sus alumnos consiguen con esos programas maravillosos, además, deberían advertir expresamente que esos son sólo reproducibles para atletas muy experimentados, con una gran masa muscular adquirida y que además se ayudan son sustancias hormonales, porque esa es la realidad. Por tanto, intentar duplicar ese tipo de entrenamiento es poco más que un suicidio para cualquier principiante.
Detenerse a descansar equivale a progresar.
Numerosos estudios demuestran que el ejercicio realizado con cargas aumenta la masa muscular porque promueve la liberación de ciertas hormonas anabólicas y factores de crecimiento que emiten señales a los músculos, y si todo va bien eso activa la síntesis muscular que da lugar al aumento del tamaño de los músculos. Asimismo, se ha comprobado que el ejercicio produce inflamación muscular y aunque ésta es el resultado de un proceso natural y necesario para expulsar los deshechos, si ésta dura más de la cuenta puede ser contraproducente porque conduce a un estado catabólico que lleva a pérdidas de fuerza y de masa muscular. Los investigadores han podido comprobar en diversos estudios que cuando se llevan a cabo sesiones repetitivas de ejercicio intenso, sin permitir que la inflamación resultante del ejercicio haya remitido previamente, se observa la supresión del factor de crecimiento similar a la insulina, IGF 1, un factor esencial para activar la hipertrofia, aparte de anular la síntesis de la proteína muscular, además de que se inhibe la actividad de las células satélite, que son absolutamente esenciales en el crecimiento de los músculos. El exceso de entrenamiento agota asimismo el glucógeno muscular, que es la reserva de hidratos de carbono que el cuerpo emplea para poder realizar las contracciones y rendir a máximo nivel. Sin los óptimos niveles de glucógeno no es posible rendir al máximo.
En otras palabras, después de una sesión de entrenamiento se instala en el tejido muscular una inflamación que bloquea los mecanismos que llevan al anabolismo durante hasta 48-72 horas, por tanto, si no controláis vuestro entusiasmo y cometéis el error de seguir rutinas avanzadas con excesiva cantidad de series, que lógicamente prolongan la consiguiente inflamación, y sobre todo demasiados días de entrenamiento semanal que no permitan la óptima recuperación, sencillamente no explotaréis vuestra capacidad genética de desarrollo.
Querer ir demasiado rápido puede evitaros avanzar
No escuchéis esos cantos de sirena que aseguran que podéis conseguir en semanas o meses lo a otros ha llevado años. Simplemente, pasad de esos expertos ocultos en internet, plantead una rutina sensata y sobre todo, bajo ningún concepto volváis a entrenar un mismo grupo muscular sin que hayan transcurrido al menos 48-72 horas desde la última sesión.
No por mucho correr, avanzaréis más rápido, aprended a deteneros para mantener el progreso continuo.