Las personas que bajaron de peso se enfrentan a un nuevo reto: lograr mantener la figura lograda. La clave podría consistir en volver lenta y gradualmente a comer los alimentos normales.
A dichas conclusiones llegó un equipo de la Academia Sahlgrenska (Suecia) abocado a investigar diversas cuestiones relacionadas al sobrepeso y la obesidad. Estas patologías, consideradas actualmente una epidemia a nivel mundial, son causadas por un desequilibrio entre la cantidad de calorías ingeridas y las gastadas. Es decir: cuando una persona consume más alimento del necesario para subsistir, ese exceso se acumula en el cuerpo en forma de grasa.
Pasado un cierto límite esta grasa almacenada genera la temida y peligrosa obesidad, una enfermedad que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones de salud como problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares, ciertos tipos de cáncer, artritis y depresión.
Muchas dietas destinadas a combatir la obesidad se basan en consumir pocas calorías. Estos regímenes son considerados rápidos y seguros, pero tienen el riesgo de que los kilos perdidos se recuperen cuando la alimentación vuelve a la normalidad. Un consejo muy sencillo que podría funcionar consiste en retornar lentamente a la comida habitual, dijo Lena Gripeteg, una de las autoras.
Un retorno progresivo a la normalidad
Las personas que logran disminuir esos kilos de más enfrentan el desafío de mantener el peso logrado. Para analizar la mejor manera de lograrlo, los investigadores trabajaron durante 3 meses con 260 personas que realizaron una dieta de muy bajas calorías. 169 de ellos disminuyeron el 16% de su peso corporal.
Los voluntarios fueron luego divididos en dos grupos y ambos transitaron el pasaje de una dieta de muy bajas calorías, a un régimen con porciones reducidas, y finalmente a una alimentación normal. Sin embargo, la mitad de los participantes completó esta transición en una semana y la otra mitad lo hizo en un mes y medio.
Después de diez meses, los voluntarios con el período del mes y medio aumentaron el 4% de su peso mientras que el grupo de una semana subió el 8%, recalcó Gripeteg.
A dichas conclusiones llegó un equipo de la Academia Sahlgrenska (Suecia) abocado a investigar diversas cuestiones relacionadas al sobrepeso y la obesidad. Estas patologías, consideradas actualmente una epidemia a nivel mundial, son causadas por un desequilibrio entre la cantidad de calorías ingeridas y las gastadas. Es decir: cuando una persona consume más alimento del necesario para subsistir, ese exceso se acumula en el cuerpo en forma de grasa.
Pasado un cierto límite esta grasa almacenada genera la temida y peligrosa obesidad, una enfermedad que aumenta el riesgo de sufrir complicaciones de salud como problemas cardiovasculares, diabetes tipo 2, accidentes cerebrovasculares, ciertos tipos de cáncer, artritis y depresión.
Muchas dietas destinadas a combatir la obesidad se basan en consumir pocas calorías. Estos regímenes son considerados rápidos y seguros, pero tienen el riesgo de que los kilos perdidos se recuperen cuando la alimentación vuelve a la normalidad. Un consejo muy sencillo que podría funcionar consiste en retornar lentamente a la comida habitual, dijo Lena Gripeteg, una de las autoras.
Un retorno progresivo a la normalidad
Las personas que logran disminuir esos kilos de más enfrentan el desafío de mantener el peso logrado. Para analizar la mejor manera de lograrlo, los investigadores trabajaron durante 3 meses con 260 personas que realizaron una dieta de muy bajas calorías. 169 de ellos disminuyeron el 16% de su peso corporal.
Los voluntarios fueron luego divididos en dos grupos y ambos transitaron el pasaje de una dieta de muy bajas calorías, a un régimen con porciones reducidas, y finalmente a una alimentación normal. Sin embargo, la mitad de los participantes completó esta transición en una semana y la otra mitad lo hizo en un mes y medio.
Después de diez meses, los voluntarios con el período del mes y medio aumentaron el 4% de su peso mientras que el grupo de una semana subió el 8%, recalcó Gripeteg.